Habito en una cárcel de cemento,
se rompieron las ventanas
y aún así yo no vi el cielo,
aquí el suelo está muerto.
miércoles, 15 de octubre de 2014
jueves, 2 de octubre de 2014
Otoño.
Crujir de hojas y de entrañas,
de silencios y patrañas,
de Invierno precipitado,
del silencio de los lagos
de gritos de dolor, mudos,
de furtivos atracones
en los grises días de ayuno.
de silencios y patrañas,
de Invierno precipitado,
del silencio de los lagos
de gritos de dolor, mudos,
de furtivos atracones
en los grises días de ayuno.
Sucio espejo, sucio.
Roto en un distorsionado espejo,
sosteniendo la fría mirada que sostiene
mi reflejo.
Perdido en las sórdidas aceras
rodeado de marionetas rotas que esperan,
como yo,
un alba que vuela,
que se aleja,
y en el espejo, burlona,
se refleja.
sosteniendo la fría mirada que sostiene
mi reflejo.
Perdido en las sórdidas aceras
rodeado de marionetas rotas que esperan,
como yo,
un alba que vuela,
que se aleja,
y en el espejo, burlona,
se refleja.
miércoles, 1 de octubre de 2014
_
En la fría noche se arrastran los gusanos,
malditos, gélidos, blandos y viscosos,
jocosos, ciegos por la muerte
que engullen olvidados.
Y mi luna no les ve,
o no les quiere ver.
Y suben por mis piernas, y al amparo de las sombras
me comen, me lamen, me tragan,
roen todos mis huesos, mi sangre, mi vida,
mi alma, mi esencia.
Y me dejan descarnado, expurgado, usado,
saqueado, violado. Y mis huesos blancos,
nacarados, quebrados y astillados,
no ven, o no quieren ver,
a la luna lejana, difusa, extraña
y distinta, que desde otro mundo
me oculta la cara,
sin quererme ver.
malditos, gélidos, blandos y viscosos,
jocosos, ciegos por la muerte
que engullen olvidados.
Y mi luna no les ve,
o no les quiere ver.
Y suben por mis piernas, y al amparo de las sombras
me comen, me lamen, me tragan,
roen todos mis huesos, mi sangre, mi vida,
mi alma, mi esencia.
Y me dejan descarnado, expurgado, usado,
saqueado, violado. Y mis huesos blancos,
nacarados, quebrados y astillados,
no ven, o no quieren ver,
a la luna lejana, difusa, extraña
y distinta, que desde otro mundo
me oculta la cara,
sin quererme ver.
lunes, 15 de septiembre de 2014
domingo, 1 de junio de 2014
Mundo ajeno.
Encerrado en una de sus jaulas, sirviendo de espectáculo. Odiando sus sonrisas, canciones y delirios.
Expuesto.
Encadenado a sus problemas,
que no son los míos.
Juzgado en sus pupilas, seguro que culpable,
quizá como payaso.
Reído entre sus dientes,
seguro que ignorado.
Salvaje inadaptado.
Expuesto.
Encadenado a sus problemas,
que no son los míos.
Juzgado en sus pupilas, seguro que culpable,
quizá como payaso.
Reído entre sus dientes,
seguro que ignorado.
Salvaje inadaptado.
φοβος·
Grito en mazmorras plagadas de terror que han olvidado la palabra Corazón.
Y siento que sus hierros
me atraviesan
la piel al rojo vivo,
quemando
entre fétidos silbidos
los recuerdos,
lo vivido.
>silencio
Cuadrado irregular,
círculo imperfecto,
nota discordante,
meridiano recto.
Mendigo sin hogar,
monarca sin su reino,
voces en el aire,
colores en mis sueños.
Y aunque truene en el estómago
y diluvie en mis pupilas,
y aunque sienta en pesadillas
como se escapa la vida.
Seguiré jugando al juego,
apostando en mi saliva,
seguiré corriendo ciego,
por las sendas ya perdidas.
Condenado
por todo y por nada.
Resignado
solo
y en calma.
círculo imperfecto,
nota discordante,
meridiano recto.
Mendigo sin hogar,
monarca sin su reino,
voces en el aire,
colores en mis sueños.
Y aunque truene en el estómago
y diluvie en mis pupilas,
y aunque sienta en pesadillas
como se escapa la vida.
Seguiré jugando al juego,
apostando en mi saliva,
seguiré corriendo ciego,
por las sendas ya perdidas.
Condenado
por todo y por nada.
Resignado
solo
y en calma.
![]() |
Rembrandt |
domingo, 27 de abril de 2014
Un extraño teatro, una extraña función.
El viento transportaba en sus blancas manos cuchillas de crueldad y miedo sobre los grises tejados inclinados. El cielo, asustado por tal escena, había abandonado el escenario, cediéndole su privilegiado asiento a las morbosas nubes tormentosas, que se apresuraron a observar el espectáculo desde cerca, soltando alguna chispa nerviosa.
Y el aire lloraba. Su llanto, en forma de fría llovizna, resbalaba por las metalizadas hojas de las armas, transmitiéndole su desesperanza.
Es por todos conocido que los colores no suelen disfrutar de espectáculos de esta índole, y por ello todos abandonaron a su vez el recinto. El verde, incluso, dio un portazo al salir, mientras comentaba indignado el suceso con el amarillo.
Solo quedó el rojo. Su presencia sería necesaria, al fin y al cabo era entre otras cosas el color de la sangre, destino con el que no estaba plenamente incómodo. Por ello unas bermejas chispas de color pululaban por el paisaje. Allí una amapola, aquí una rosa, mas allá una pintada en la pared...
Pinceladas refulgentes demasiado vivas en un cuadro demasiado muerto. Pequeños rubíes entre una escala que iba del negro mas absoluto, a un gris tan claro como el del mármol de carrara.
La ventisca, convertida en galerna, zarandeaba los cuchillos que, nerviosos, chocaban entre si, llenando el ambiente con sus inquietantes chillidos. Y los chillidos, afilados como los objetos que los producían, desgarraron al sonido, por lo que tuvo que ser llevado a urgencias de inmediato.
En las escena ya solo quedaba la lluvia, las nubes, el mar, los puñales, el temporal, el gris y el color rojo, en vivo desentono con sus compañeros.
¿Qué pintaba el carmesí en ese trágico horizonte? No solo las flores y los muros, de eso podía estar seguro. Empecé a sentirme incómodo.
Y ese fue el momento que elegí para levantarme del muñido sofá en el que me encontraba sentado.
Antes azul,
ahora solo gris.
Dirigirme hacia las puertas del Teatro de la Vida, hechas de un robusto roble, plantado antes de que germinase el Mundo.
Antes marrón,
ahora solo gris.
Y abandonar, de una vez por todas, esa pantomima que había degenerado en un sádico espectáculo. Sádico pero silencioso, pues ni los mas aterrados gritos podían aguantar tanta violencia.
Pero antes de salir, pude ver que algo caía a mis pies.
Algo que debería ser gris.
Y, anonadado, llevé mis manos a la parte baja de mi camiseta.
Antes verde,
ahora solo gris.
Para percatarme de que,
lo que antes era gris
y aún antes fue verde,
se teñía de escarlata.
Y entonces desaparecieron los cuchillos,
desapareció el mar,
desaparecieron las nubes,
desapareció la lluvia,
desapareció el viento.
Desapareció el gris.
Y el Negro,
se hizo omnipotente.
Los cuchillos suspiraron.
El temporal había amainado.
Las pálidas manos los posaron en el suelo.
Y se cerró el telón.
Rojo, como no.
Pero ya no quedaba nadie allí para aplaudir.
Y el aire lloraba. Su llanto, en forma de fría llovizna, resbalaba por las metalizadas hojas de las armas, transmitiéndole su desesperanza.
Es por todos conocido que los colores no suelen disfrutar de espectáculos de esta índole, y por ello todos abandonaron a su vez el recinto. El verde, incluso, dio un portazo al salir, mientras comentaba indignado el suceso con el amarillo.
Solo quedó el rojo. Su presencia sería necesaria, al fin y al cabo era entre otras cosas el color de la sangre, destino con el que no estaba plenamente incómodo. Por ello unas bermejas chispas de color pululaban por el paisaje. Allí una amapola, aquí una rosa, mas allá una pintada en la pared...
Pinceladas refulgentes demasiado vivas en un cuadro demasiado muerto. Pequeños rubíes entre una escala que iba del negro mas absoluto, a un gris tan claro como el del mármol de carrara.
La ventisca, convertida en galerna, zarandeaba los cuchillos que, nerviosos, chocaban entre si, llenando el ambiente con sus inquietantes chillidos. Y los chillidos, afilados como los objetos que los producían, desgarraron al sonido, por lo que tuvo que ser llevado a urgencias de inmediato.
En las escena ya solo quedaba la lluvia, las nubes, el mar, los puñales, el temporal, el gris y el color rojo, en vivo desentono con sus compañeros.
¿Qué pintaba el carmesí en ese trágico horizonte? No solo las flores y los muros, de eso podía estar seguro. Empecé a sentirme incómodo.
Y ese fue el momento que elegí para levantarme del muñido sofá en el que me encontraba sentado.
Antes azul,
ahora solo gris.
Dirigirme hacia las puertas del Teatro de la Vida, hechas de un robusto roble, plantado antes de que germinase el Mundo.
Antes marrón,
ahora solo gris.
Y abandonar, de una vez por todas, esa pantomima que había degenerado en un sádico espectáculo. Sádico pero silencioso, pues ni los mas aterrados gritos podían aguantar tanta violencia.
Pero antes de salir, pude ver que algo caía a mis pies.
Algo que debería ser gris.
Y, anonadado, llevé mis manos a la parte baja de mi camiseta.
Antes verde,
ahora solo gris.
Para percatarme de que,
lo que antes era gris
y aún antes fue verde,
se teñía de escarlata.
Y entonces desaparecieron los cuchillos,
desapareció el mar,
desaparecieron las nubes,
desapareció la lluvia,
desapareció el viento.
Desapareció el gris.
Y el Negro,
se hizo omnipotente.
Los cuchillos suspiraron.
El temporal había amainado.
Las pálidas manos los posaron en el suelo.
Y se cerró el telón.
Rojo, como no.
Pero ya no quedaba nadie allí para aplaudir.
miércoles, 2 de abril de 2014
Esperaba el viejo roble.
Cual quejumbroso mendigo, aguardaba.
La memoria en sus raíces
el olvido por sus ramas.
Como oscuro centinela, recordaba.
El tiempo que nunca llega,
los minutos que se escapan.
Sobre la negra pradera, observaba.
Las almas que se diluyen
y las almas que se marchan.
Y triste el viejo roble, pensaba.
Que la vida es como un bosque
vacío y hueco sin hadas.
Esperaba el viejo roble
nadie sabía por qué.
Esperaba hasta que un rayo
una noche lo hizo arder.
La memoria en sus raíces
el olvido por sus ramas.
Como oscuro centinela, recordaba.
El tiempo que nunca llega,
los minutos que se escapan.
Sobre la negra pradera, observaba.
Las almas que se diluyen
y las almas que se marchan.
Y triste el viejo roble, pensaba.
Que la vida es como un bosque
vacío y hueco sin hadas.
Esperaba el viejo roble
nadie sabía por qué.
Esperaba hasta que un rayo
una noche lo hizo arder.
Caspar David Friedrich - Árbol solitario. |
Expectativas de futuro.
Prefiero que no queden ni los cimientos de toda sociedad conocida, que se derrumbe la civilización y la tierra se trague el frío cemento gris.
Prefiero que los cristales se quiebren y el metal se oxide. Que caigan los edificios y los sótanos se hundan.
Que las universidades y las bibliotecas, centros de saber, ardan bajo la furia de los rayos. Que desaparezca cualquier atisbo de conocimiento humano.
Prefiero que volvamos a las cuevas, olvidado el lenguaje. O a las copas de los árboles. Que nuestras manos se tornen torpes para manejar un movil o un ordenador.
Antes que ver como mueren los bosques y agonizan los mares, que se inmole el progreso. Antes que ver como arrastramos a la Tierra hacia la ruina prefiero conmoverme con el fin de la Humanidad.
Y es que aunque los Árboles griten, lloren los Ríos y el Mar susurre deprimido o grite embravecido estamos sordos a ellos. Sordos por voluntad propia. Sordos de ego.
Sordos por el ruido del ego que nos mata y nos condena. Sordos por el ruido del progreso que nos lleva de la mano hacia el Infierno.
Prefiero que los cristales se quiebren y el metal se oxide. Que caigan los edificios y los sótanos se hundan.
Que las universidades y las bibliotecas, centros de saber, ardan bajo la furia de los rayos. Que desaparezca cualquier atisbo de conocimiento humano.
Prefiero que volvamos a las cuevas, olvidado el lenguaje. O a las copas de los árboles. Que nuestras manos se tornen torpes para manejar un movil o un ordenador.
Antes que ver como mueren los bosques y agonizan los mares, que se inmole el progreso. Antes que ver como arrastramos a la Tierra hacia la ruina prefiero conmoverme con el fin de la Humanidad.
Y es que aunque los Árboles griten, lloren los Ríos y el Mar susurre deprimido o grite embravecido estamos sordos a ellos. Sordos por voluntad propia. Sordos de ego.
Sordos por el ruido del ego que nos mata y nos condena. Sordos por el ruido del progreso que nos lleva de la mano hacia el Infierno.
domingo, 16 de marzo de 2014
Primavera
Canta el aire enamorado
del zumbar de las abejas,
de la vida que se mueve
sobre las verdes cabezas.
Trina el bosque cuando acaba
aquel triste y frío letargo,
impuesto por el Invierno
y su helado y blanco abrazo.
¡Llegó el tiempo de la risa
y correr por las praderas!
Pues sin llamar a la puerta
¡Ya está aquí la Primavera!
del zumbar de las abejas,
de la vida que se mueve
sobre las verdes cabezas.
Trina el bosque cuando acaba
aquel triste y frío letargo,
impuesto por el Invierno
y su helado y blanco abrazo.
¡Llegó el tiempo de la risa
y correr por las praderas!
Pues sin llamar a la puerta
¡Ya está aquí la Primavera!
viernes, 14 de marzo de 2014
Preso.
miércoles, 12 de febrero de 2014
miércoles, 5 de febrero de 2014
Quisiera escapar, huir de este mundo,
quisiera olvidarlo, cada segundo.
Quisiera volar, limpiando mi alma
de esquirlas de sombras que matan la calma.
Deseo vomitar, llorando en silencio,
el monstruo que quedo me come por dentro.
Y soy un cobarde ¿O acaso un valiente?
Quizás uno mas esperando la muerte.
(Delacroix - Pastor romano bebiendo)
quisiera olvidarlo, cada segundo.
Quisiera volar, limpiando mi alma
de esquirlas de sombras que matan la calma.
Deseo vomitar, llorando en silencio,
el monstruo que quedo me come por dentro.
Y soy un cobarde ¿O acaso un valiente?
Quizás uno mas esperando la muerte.
(Delacroix - Pastor romano bebiendo)
Reflexiones de la Muerte
(LA MUERTE pasea entre los árboles usando la guadaña a modo de bastón, fatigada frena ante un gran fresno y allí comienza su declama).
LA MUERTE- ¡Bella y eterna musa que es la Soledad! Desgracia, Discordia y Dolor son las tres Nornas que tejen el destino de los hombres y se regodean en su sufrimiento. Las Moiras rien, allá bajo el Gran Fresno, y se funden con las Parcas... ¿Parcas, Nornas, Moiras? ¿Qué es acaso su nombre? ¡Son la perdición y es esto lo importante! ¡Son quienes acercan a mis huesudas manos el consuelo de la sangre, cuando aún cálida, resbala por mi cadavérico rostro cual néctar sacro de gloriosas fuentes!
¡Aciago para el Hombre el día en el que fue insuflado de vida! Si hubiesen tenido la mas mínima noción del negro sino que aguardaba para ellos aquí arriba, en la Tierra, hubiesen suplicado permanecer fríos e inertes, aún siendo piedra, agua o brisa... ¡Hubiesen vomitado el maldito álito que los animó, cuando el Mundo aún era joven e inocente...!
LA MUERTE- ¡Bella y eterna musa que es la Soledad! Desgracia, Discordia y Dolor son las tres Nornas que tejen el destino de los hombres y se regodean en su sufrimiento. Las Moiras rien, allá bajo el Gran Fresno, y se funden con las Parcas... ¿Parcas, Nornas, Moiras? ¿Qué es acaso su nombre? ¡Son la perdición y es esto lo importante! ¡Son quienes acercan a mis huesudas manos el consuelo de la sangre, cuando aún cálida, resbala por mi cadavérico rostro cual néctar sacro de gloriosas fuentes!
¡Aciago para el Hombre el día en el que fue insuflado de vida! Si hubiesen tenido la mas mínima noción del negro sino que aguardaba para ellos aquí arriba, en la Tierra, hubiesen suplicado permanecer fríos e inertes, aún siendo piedra, agua o brisa... ¡Hubiesen vomitado el maldito álito que los animó, cuando el Mundo aún era joven e inocente...!
(Caspar David Friedrich - Naufragio a la luz de la Luna)
lunes, 3 de febrero de 2014
Bilis negra.
La luz se extingue, sofocada por millones de espadas negras que aguijonean su suave piel y rasgan sus blancas vestiduras. Retrocede e intenta huir, pero sus perseguidoras son implacables, y si algo se ha dicho de la oscuridad, es que ocupa todo lugar que no alcanza la luz. O aún mas, que ocupa todo lugar donde la luz vacila, tiembla o titubea.
Los sables espectrales no conocían el descanso, y la acorralaban, dándole cada vez menos espacio por el que expandirse, sofocando su dulce claridad entre aterciopeladas y ominosas sombras, robando todo lo que antes fue alegría y truncándolo en bilis negra, negra como una noche a solas con la única compañía de un corazón marchito.
Los sables espectrales no conocían el descanso, y la acorralaban, dándole cada vez menos espacio por el que expandirse, sofocando su dulce claridad entre aterciopeladas y ominosas sombras, robando todo lo que antes fue alegría y truncándolo en bilis negra, negra como una noche a solas con la única compañía de un corazón marchito.
Y tenía que ocurrir. Finalmente la fría lobreguez tomó la forma de una funesta hacha. Majestuosa, eso si, y enorme. Tan, tan grande, que casi oscurecía con su sombra al resto de luz que, acongojado, se acurrucaba en el último rincón, temblando de miedo y sin atreverse a respirar.
Y el acero cayó.
(Munch - La Desesperación)
Viajero frente a la desolación.
Ante mi rugen las olas y a mi espalda brilla el Sol
¿Qué ha pasado con el astro que antaño me alumbró?
Erguido ante la tormenta
no creo ver el final,
ni que exista algún lugar
donde la dicha sea cierta.
(Caspar David Friedrich- Viajero ante el
mar de niebla).
¿Qué ha pasado con el astro que antaño me alumbró?
Erguido ante la tormenta
no creo ver el final,
ni que exista algún lugar
donde la dicha sea cierta.
(Caspar David Friedrich- Viajero ante el
mar de niebla).
Te odio porque me matas
y me hundes en la tierra,
te odio porque me enseñas
donde vive la miseria.
Te odio porque no vivo
si no bebo de tus ojos,
porque muero si te escapas
y te vas con tus enojos.
Me odio por no poder
acabar con tus problemas
que me arrastran y me ahogan
en hondos lagos de pena.
Me odio porque no puedo,
no, no puedo dar por cerrados
los llanos de sufrimiento
ni los frios lagos helados.
(Maya kulenovic - Impresión I)
y me hundes en la tierra,
te odio porque me enseñas
donde vive la miseria.
Te odio porque no vivo
si no bebo de tus ojos,
porque muero si te escapas
y te vas con tus enojos.
Me odio por no poder
acabar con tus problemas
que me arrastran y me ahogan
en hondos lagos de pena.
Me odio porque no puedo,
no, no puedo dar por cerrados
los llanos de sufrimiento
ni los frios lagos helados.
(Maya kulenovic - Impresión I)
sábado, 1 de febrero de 2014
Regla, muerte del poeta.
La forma es la cárcel que mata la grandeza,
no es vida, no es alma
¿Qué es la métrica?
La Norma se resiste y se burla traviesa,
se marcha y me mata...
¡Qué Métrica muera!
no es vida, no es alma
¿Qué es la métrica?
La Norma se resiste y se burla traviesa,
se marcha y me mata...
¡Qué Métrica muera!
jueves, 30 de enero de 2014
¿Qué es vivir, qué es morir?
¡Ay! Yo ya no se de eso,
a veces deseo que vivas
y otras me quiero muerto.
¿Qué es la vida? Si se va.
Si solo estamos de paso.
¿Estamos realmente vivos
en nuestro existir amargo?
¿Qué es la muerte? La verdad.
Lo único cierto acaso.
¿Acaso no es definitivo
y negro nuestro letargo?
¡Ay! Yo ya no se de eso,
a veces deseo que vivas
y otras me quiero muerto.
¿Qué es la vida? Si se va.
Si solo estamos de paso.
¿Estamos realmente vivos
en nuestro existir amargo?
¿Qué es la muerte? La verdad.
Lo único cierto acaso.
¿Acaso no es definitivo
y negro nuestro letargo?
(Caspar David Friedrich - Kügelgen's Tomb) |
Sin tu risa.
La pena me ahoga, me arrastra
a mi oscura soledad;
a oscuras costas sin luz
y a bosques de escarcha azul,
donde muero en soledad.
Tu ausencia duele, me mata
con la nefasta certeza
de que este mundo te pierde,
que ahora solo puedo verte
en fotos y en mi cabeza.
Y nunca te olvidaré.
a mi oscura soledad;
a oscuras costas sin luz
y a bosques de escarcha azul,
donde muero en soledad.
Tu ausencia duele, me mata
con la nefasta certeza
de que este mundo te pierde,
que ahora solo puedo verte
en fotos y en mi cabeza.
Y nunca te olvidaré.
Mil puñales.
No duermo porque en la noche
mil puñales hay que acerchan,
puñales que en las tinieblas
apuñalan mi conciencia.
Cien puñales son de escarcha
que duermen en las aceras,
en los ojos de la gente
y en mi maldita cabeza.
Otros cien que están malditos
y se arrastran en silencio
y me sangran cuando iluso,
olvido que mata el tiempo.
Hay malditos otros cien
recubiertos con la miel
que crea la confianza
de que está ya todo bien.
Reservo otra centena
a la vida que se aleja,
a las almas que se marchan
y solo dejan la pena.
Mas aún quedan seiscientos,
mas cortantes aún que el viento,
mas cortantes que la vida
cuando se vive en invierno.
Claro que existe el infierno,
lo conozco cada noche,
cuando mil puñales salen
a bailar con los recuerdos.
mil puñales hay que acerchan,
puñales que en las tinieblas
apuñalan mi conciencia.
Cien puñales son de escarcha
que duermen en las aceras,
en los ojos de la gente
y en mi maldita cabeza.
Otros cien que están malditos
y se arrastran en silencio
y me sangran cuando iluso,
olvido que mata el tiempo.
Hay malditos otros cien
recubiertos con la miel
que crea la confianza
de que está ya todo bien.
Reservo otra centena
a la vida que se aleja,
a las almas que se marchan
y solo dejan la pena.
Mas aún quedan seiscientos,
mas cortantes aún que el viento,
mas cortantes que la vida
cuando se vive en invierno.
Claro que existe el infierno,
lo conozco cada noche,
cuando mil puñales salen
a bailar con los recuerdos.
(Maya Kulenovic - Rift) |
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